La Adrada, villa enclavada en el corazón del Valle del Tiétar, está rodeada por frondosos bosques de gran valor ecológico: pinos, encinas, castaños y robles pueblan la serranía por la que descienden, sinuosas, las gargantas de la Sierra de Gredos.
No encontrarás un lugar mejor para desconectar y recargar las pilas. El olor a tomillo, a jara y a resina te conectarán directamente con el poder de la naturaleza, un baño de bosque en toda regla.